MI MAGIA
Cuando alguien habla de ti, de tu magia y de tu trabajo, luego si te gusta lo copias y lo pegas en tu web. Aquí lo tengo más complicado porque soy yo mismo el que hablo de mi. Y claro, debo decir que mi magia es muy divertida y que la gente se lo pasa muy bien, pero debo decirlo sin que quede soberbio ni pretencioso.
Hola soy Luigi Ludus, licenciado en Pedagogía y mago casi por casualidad. Entré en el mundo de la animación por pura casualidad, me subí a un escenario a hacer de payaso por primera vez por pura casualidad, y me fui a Sevilla a aprender magia por pura casualidad. Menos mal que yo no creo en las casualidades.
A divertirse
Pero el caso es que un día, mi afición que era jugar con todo el que se pusiera por delante, se convirtió en mi profesión. ¿Y qué profesión es? ¿Payaso? ¿Mago? ¿Animador? La verdad es que no lo sé, creo que mi profesión es hacer que la gente se lo pase bien, y para ello, utilizo un poco de cada cosa.
¿Qué pretendo conseguir cuando hago magia? Esta es una de las preguntas que más me hacen por ahí cuando los locos de los magos nos reunimos, y yo lo tengo muy claro: lo que pretendo es que la gente se divierta. Hay muchos tipos de magia, y por tanto muchos tipos de magos. Hay magos que lo que buscan es el asombro, los hay que buscan la sorpresa y hay algunos que intentan demostrar que tienen superpoderes. Yo intento que la gente se divierta, se ría y se lo pase bien mientras está viendo el espectáculo.
EL PÚBLICO MÁS DIFÍCIL
Trabajar para niños y niñas tiene una dificultad muy grande. Si preguntas por ahí a los magos que te encuentres te confirmarán que el infantil es el público más difícil (yo no opino eso, pero claro, yo no cuento porque me dedico casi en exclusiva a ese público). Una cosa es cierta: si un niño o una niña está viendo un espectáculo y se aburre … estamos perdidos. Los adultos somos buenos de público si vamos a un teatro, si algo no nos gusta seguimos viéndolo, estamos en silencio e incluso al final de la obra aplaudimos (aunque luego pongamos verde lo que acabamos de ver). Los pequeños no son así, si un niño se aburre se enterará todo el que esté en dos kilómetros a la redonda.
¿Y si no es un teatro? No creáis que los adultos se libran de todo esto. Cuando los mayores vamos a un espectáculo infantil y nos aburrimos somos mucho peor que los niños: nos ponemos a hablar sin controlar nuestro volumen, nos vamos al fondo de la sala a tomar un refresco mientras terminan los niños de ver lo suyo, nos ponemos a contarle a la vecina del asiento lo bueno que sale el pescado cuando lo aliñas dos horas antes de echarlo a la sartén.
¿Y todo esto para qué lo digo? Pues todo esto es lo que intento tener en cuenta cuando preparo un show, ya sea una actuación para un cumpleaños o ya sea una actuación para un teatro: todos, todos, todos, tienen que divertirse, los niños y niñas de 3 años y los papis que están detrás. Si todos se divierten y todos participan de alguna manera, no se aburrirá nadie, ningún peque querrá ir a hacer pipí, ningún papá querrá contar que ayer le pusieron una multa. Todos estarán atentos, todos olvidarán el pipí, las multas y la cena de esta noche, porque se lo pasarán bien. Es lo que pretendo, y lo que creo que consigo. Si quieres saberlo solo tienes dos opciones: o le preguntas a alguien que me haya visto, o me llamas y lo comprobáis en vivo y en directo.